Pudimos haber sido muy felices, seguro y hubieras aprendido a beber café por las mañanas, después de almuerzo y un tercero al día, por si se me antojaba otro de camino a casa; el café caliente y un vaso extra con hielo -y me mirarías frunciendo el ceño porque no entiendes porque tomo el café de esa manera-,
Hubiera aprendido tu pasatiempo favorito, tu forma tan extraña de comer; a cocinar tu plato favorito y a enseñarte a dejar la ropa en su lugar. Y tal vez a reemplazar el agua por el té.
Pudimos haber sido muy felices, yo con mis colores, tu con tu música y tu cabeza dispersa al conversar, pudimos haber conseguido un horario en el que los dos durmiéramos y despertáramos al mismo tiempo. Te hubieras enamorado de mi forma tan graciosa de quitarme la pereza, y me hubieras contado al siguiente día las cosas que digo mientras duermo; hubiera encontrado el sonido perfecto en tus ronquidos. Habría encontrado la mejor manera de despertarte -sonrío porque sé que sabes a que me refiero-. Te hubiera querido.
Pudimos haber sido muy felices, o tal vez no tanto, pero un poco sí.
nunca leiste a idea vilariño?
No, perdona. Recién leo este mensaje creo. Pero si tienes algún texto déjame saber, envíamelo a mi mail y o leo con gusto 🙂 lo tienes aquí al final.
Te leo pronto.