
Parecía que se le había hecho tarde, la alarma nunca sonó y en un brinco cogió la chaqueta y algo de dinero, tuvo que salir corriendo y gritar para que el bus no siga de largo. Algo confundida subió al bus y al sentarse se dio cuenta que seguía en pantaletas.
Sonrío, como si lo hubiera planeado desde un principio; nunca ha escuchado los comentarios que las personas tienen hacia ella; volvió a sonreír -como si de eso dependiera su día-, se bajó en la siguiente parada y volvió a casa, es que se le había quedado su café, y ella sin café no sale nunca.