Hay veces en que me siento en el mismo café, ese que nos gustaba ir porque quedaba cerca de casa y el café estaba lo suficientemente rico como para volver. Voy sola, me llevo música y cuando no, me pongo los audífonos para que nadie intente acercarse. ¿Te acuerdas que te reías cuando llegabas a buscarme a ese lugar y yo movía la cabeza al son de la música?, que tiempos.
Que rápido pasa el tiempo.
A veces te busco, por la calle. Me quedo quieta un rato, dejo lo que estoy haciendo y volteo a ver si entre ese montón de gente que se mueve a prisa te veo. Y más de una vez mi cabeza me juega una buena y juro que te veo, y te quedo viendo por si volteas a buscarme dentro de ese café, pero tu y yo sabemos que a mi cabeza dispersa se le ocurren un montón de cosas, que se yo.
Aún así vuelvo a ese café, cada vez menos, es que el tiempo pasa y la verdad que no lo cura todo; pero si ayuda a dejar atrás ciertas cosas, convertir en recuerdos esos pensamientos. Ese café, el de las 5 de la tarde me recuerda que te fuiste, porque yo quise es verdad, pero que el tiempo se llevó todo, menos la cafetería que queda cerca de casa.