Te detienes y te das cuenta que las cosas empiezan antes de lo que imaginas, que para ese entonces ya existían miradas cruzadas, que habían sonrisas exageradas y que sólo bastaba con un paso hacia él, o en este caso hacia ella que no paraba de sonreír.
Era como si al sonreír lo dijera todo, como sí sabía que podía entender esa sonrisa o al menos fingir una respuesta, para que ella sólo siga sonriendo. Dejas que las cosas tomen el tiempo necesario, que las sonrisas sean las que decidan cuando avanzar y que las miradas no esperan otra cosa mas que una señal, y sigues, como si fuera la única forma de continuar.
Te detienes por un momento para ver a tu alrededor, para ver que se quedó atrás y para darte cuenta que las cosas siguen, que la vida a veces pasa a prisa y de esa misma forma se va, mientras tanto siguen las sonrisas que nadie sabe a donde llevarán. Siguen los encuentros inesperados y las miradas a distancia, siguen los abrazos que no se dieron y los besos que están esperando y sigue ella.
Ella sonriendo.