Siempre fuimos soñadores, a veces demasiado ingenuos, otras reconociendo a la fantasía y otras tardando en encontrar la realidad, pero seguíamos, siempre dando pasos de gigante como si nunca fuéramos a despertar. Tú imaginando que las aves siempre volaban y que el cielo no era más que un brochazo de color y yo recordándote la realidad. Eramos soñadores, pero siempre supe despertar.